Por Sebastián Fest, DPA

RÍO DE JANEIRO.- La imagen de un Iker Casillas gateando sobre el césped brasileño y burlado por vengativos holandeses acompañará por siempre a una selección española para la que ninguna motivación fue suficiente y que sigue sin responder a una pregunta clave: ¿Se les fue el hambre a sus jugadores?

Xabi Alonso dice que sí, Andrés Iniesta dice que no y Vicente del Bosque fue generoso al destacar el “carácter” mostrado por jugadores que fueron una palpable ausencia en la derrota por 2-0 ante Chile, y que significó la eliminación de Brasil 2014.

“No hemos sabido mantener el hambre”, dijo el mediocampista del Real Madrid en las catacumbas del Maracaná. “La cuota de alegría y de éxito estaba cumplida, agotada. Futbolísticamente hemos cometido muchos errores. Hemos perdido el saber estar, ese empaque que nos había hecho ganar muchos partidos. Las sensaciones no eran las de otros campeonatos”, agregó.

Fue llamativo que su colega del Barcelona rechazara con claridad ese análisis. “Esa es su opinión”, dijo Iniesta. “Cuando las cosas no salen, nunca es por falta de querer ganar, porque aquí todos queremos ganar. Sólo que no hemos estado a la altura de la situación. Hemos estado en lo más alto y ahora estamos en lo más bajo”, señaló el volante.

Que España no pudiera defender el título de Sudáfrica 2010 no es ningún cataclismo histórico, ya que ninguna selección lo logró desde que Brasil lo hiciera en Chile ‘62.

El problema de España no es que ceda el trofeo, sino la imagen que dejó. Le sucedió algo parecido a la Argentina de 1982, a la Francia de 2002 y a la Italia de 2010, pero ninguna fue despedida tan fulminantemente como los hombres de Del Bosque, en apenas dos partidos.

Dos derrotas, siete goles recibidos, uno anotado de penal dudoso y todas las líneas del equipo fallando: ni en sus peores pesadillas podía el técnico esperar algo así.

Que España no llegaba como a Sudáfrica y ni siquiera como a la Eurocopa de 2012, era sabido, pero las últimas semanas en el fútbol español habían generado algunos espejismos.

“Ilusionados, motivados y con hambre de títulos.. Despegamos..!! Que empiece lo bueno. Vamoss..!!”, twitteó Ramos el 2 de junio al despegar de Washington rumbo a Brasil.

El mensaje iba acompañado de una foto en la que sonreía junto a Iniesta, Pedro Rodríguez, David Villa, Fernando Torres y otros jugadores. Faltaban 10 días para que comenzara el Mundial.

Aquella foto llegó tras un tramo final de la Liga de Campeones que mostró a un Real Madrid revitalizado y un Ramos imponente. El central fue el jugador total tanto en la vuelta de las semifinales de Munich como en la final de Lisboa ante el Atlético Madrid: jefe en la defensa y arrasador en el área contraria con sus cabezazos.

Apenas tres semanas más tarde, nada de eso se vio en Brasil, aunque no sólo Ramos fallara llamativamente. Los jugadores del Barcelona que implosionaron en una temporada de asombrosas dudas y errores siguieron en esa línea descendente, y los del Real Madrid parecieron ya saciados con el éxito de Lisboa. Fue como si “La décima” los dejara sin hambre.

Paradoja

La paradoja del éxito: España cuenta con varios jugadores de no mucho más de 25 años que, si se retiraran hoy, podrían decir que ganaron todos los títulos posibles.

No es el caso de Koke, Juanfran, Javi Martínez o de algunos de los que finalmente no fueron convocados. Lo de Diego Costa, sapo de otro pozo en una selección que casi no tuvo tiempo de conocer, fue otro asunto, pero si faltó “hambre”, como dijo Xabi Alonso, quizás no fue el caso de todos. Había estómagos menos llenos.

“El talento gana partidos, el trabajo en equipo gana campeonatos”, escribió Ramos el 12 de junio, el día que comenzó el Mundial. Pero una selección española en la que los jugadores de Real Madrid y los de Barcelona no funcionan es sencillamente inviable. Por más que en los últimos años España se haya entusiasmado con el equipo nacional, los clubes siguen siendo lo más importante en su fútbol.